¿Cómo afrontar la preadolescencia de nuestros hijos e hijas?

Regina Falanges
Regina Falanges

Nuestros hijos e hijas se hacen mayores, entran en su preadolescencia y comienzan a descubrirse, a explorarse de otras maneras, las salidas de nuestros pequeños con otras personas que no son sus padres son cada día más habituales, va y vuelve a comprar, practica actividades extraescolares, va adquiriendo otras habilidades y responsabilidades, pero con ello, también adquiere independencia.

Ya no te cuenta tantas cosas, habla con sus amigos en las redes sociales, o está conectado a algún videojuego de manera online con ellos, haciendo y compartiendo vídeos y fotos, sus pachangas de fútbol, los primeros amoríos…

El caso es que tú cada vez te sientes más desplazado/a, ya no ocupa todo tu tiempo, ya no depende tanto de ti, puede salir solo/a a dar una vuelta, parece que ya no te necesita tanto. La preadolescencia hace que comiencen a estar a sus cosas, comienzan a estar desafiante, puede que mientan (aunque sean mentirijillas piadosas), son temporadas en las que el menor empieza con los tanteos, acortando las distancias entre padres e hijos.

Y tú te encuentras en una circunstancia, que dices… ¡pero esto por donde me viene! De repente, algo pasa que te sorprende, algo que te hace pensar, que te despista, incluso puede incomodarte, algo que te dice… “Esto no me ha pasado antes”.

Para tu sorpresa, tu niñito o niñita ya te ha cambiado. Por primera vez no ha hecho algo que hacía siempre, ha dejado de hacer ciertas tareas, te cuestiona, puede que hasta cuestione tu autoridad, lo que haces o lo que dices.

Cierto es que todos estos cambios no se producen de repente, sino que es un proceso de varios años, y aunque pueda parecer duro, esta etapa al final pasa.

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Que podemos hacer para afrontar la preadolescencia de nuestros hijos

Pues bien, y ¿Qué podemos hacer nosotros/as para no salir como locos y afrontar su preadolescencia? Pues lo primero es tener paciencia, mucha, debe  ser infinita, porque sea cual sea el comportamiento anómalo, raro, incómodo, o absurdo que tenga todo se puede intentar sobrellevar de la mejor manera posible.

Debemos tener paciencia con ellos

Nunca hay que perder de vista que todos, mucho antes, también fuimos así, una etapa pre-rebelde (y cuando hablo de rebelde no digo que se haya reconvertido al vandalismo, o lleve el pelo a colores, sino de una manera más amplia, cuando se produce un gran cambio para ellos).

Ahora bien, con paciencia, y sin olvidar nuestros orígenes, hay que empezar con la observación, algo que en apariencia puede ser simple pero no lo es, y si no, ya me contaréis después de probarlo.

Recuerda que tu también fuiste una adolescente y ponte en su lugar

Pues eso, lo primero es observar pero sin entrometerse, qué suele hacer, qué nuevos comportamientos tiene, cuáles son  sus contestaciones y una vez eres consciente de todo ello, intentas comprender de una manera empática, porque hace lo que  hace.

Es muy importante hablar mucho con ellos y ellas, crecen, se auto descubren y tienen nuevas expectativas. En la preadolescencia es necesario que también aprendan por sí mismos, que se equivoquen y comentan errores, pensar que todavía no son adolescentes, todavía están descubriendo la vida, y las cosas que pasan por ella, por eso hay que estar ahí, y hablarles, para que sepan que pueden resolver sus dudas contigo.

Hablar con ellos y que sientan que estás ahí

Para que esto pase es necesario que puedan confiar en ti, que se sientan escuchados, que se mantenga la atención pero con una distancia prudencial. En esa edad, por muy mayores que se crean, siguen necesitando abrazos y mimitos, y esa, es la mejor baza que tenemos.

Hagan lo que hagan lo que hagan estos jovenzuelos/as, nunca podrán imponerse ante su persona de referencia, pero sí se puede hablar, se puede razonar, pensar y buscar el consenso entre ambas partes con el fin de seguir un mismo camino juntos. Nadie impone a nadie.

Hay que estar atentos a las amistades, cualquier cambio en el grupo puede desestabilizar al menor, y provocar como el aleteo de una mariposa, una serie de sucesos positivos si tienes suerte, o negativos si no la tienes.

Ser padre o madre, no debe ser algo costoso. Es una carrera de fondo. Solo hay que ser constante, paciente, y disfrutar del recorrido.