¿Por qué mi marido ya no me desea?

Regina Falanges
Regina Falanges

El sexo, ese gran desconocido. Es habitual escuchar en muchas mujeres, decir “desde hace meses, no tengo relaciones sexuales con mi marido y no sé por qué…” He probado a hacer juegos de rol, cosa que antes hacíamos mucho, a ponerme ropa sexy, a veces dejo la puerta del baño abierta con la intención de dejarme entrever mientras me ducho por si le da por entrar por la puerta a echar un ojo y verme de cerca, misteriosamente me vuelvo más torpe para dejar caer cosas al suelo para poder recogerlas de la manera más estilosa, despacito e insinuante, le propongo actividades, cenas románticas o incluso cerveza y partidos de fútbol… pero nada, a menudo tengo la sensación de que ni si quiera me ve, paso desapercibida ante su mirada cansada. Pero si le digo claramente “¡vamos a ello!, me contoneo, le beso… me dice “hay cari, no tengo ganas”.

Mi marido ya no me desea, ¿Qué puedo hacer?

Tanto trabajo de seducción y ronroneo para nada. Si no tiene ganas,  no las tiene, hay que respetarlo y no puedo hacer nada.

Tanta tensión sexual no resuelta, comienza a pasar factura en quienes la tienen, no solo porque te subas por las paredes sexualmente hablando, sino porque aparecen en ti un surtido de dudas, preguntas e ideas que puede que no tengan nada que ver con la realidad en la que te encuentras. Puede que pienses que ya no le gustas, que no le pareces igual de sexy que eras hace años, puede que creas que está con otra, que te engaña, que te quiere dejar, que lo que no hace contigo lo hace con otra persona, aparecen en nuestra mente un sinfín de posibilidades sobre lo que le está ocurriendo a tu pareja y por lo que no hacéis nada.

Esto pasa, la mente funciona a mil revoluciones por hora, y te sugieren cientos de pensamientos, y muchas veces no son positivos. Pero no hay que volverse loco y no perdamos la calma.

Como siempre en todo, puede ser una etapa.

Hay multitud de posibles cuestiones que impiden que una persona, no quiera mantener relaciones sexuales con su pareja, pero lo mejor para estos casos, es hablar.

Ante la duda, anteponiendo a cualquier elucubración que se nos haya ocurrido, es necesario hablar. Sentarnos tranquilamente en algún lugar cómodo, con buena iluminación, una bebida fría en temporadas calurosas, o algo calentito que reconforte en las temporadas más frías, un espacio agradable donde poder charlar, donde poder abrirse con naturalidad.

Es necesario que esta conversación, la utilicéis para ahondar en vuestros estados de ánimo, cuáles son las preocupaciones, las necesidades de cada uno. Debéis hacerlo de manera empática, escuchando a la otra parte, intercambiando opiniones, inquietudes… Debéis compartir gustos. Hablar, hablar y hablar. Pero sea cual sea la situación que os ha llevado a esto, si después de hablarlo no se soluciona, o no os acercáis al entendimiento, tendrás que cambiar de estrategia.

Si tu o tu pareja sois de las personas que no hablan, y no resulta posible compartir las preocupaciones deberéis buscar alternativas de intercambio comunicativo, deberás observar el tipo de conversaciones que tenéis, las miradas, el modo en el que os dais  un piquito, su comportamiento, pero eso sí, respetando siempre al otro, no hay que volverse loco y empezar con triquiñuelas, nada de invadir su móvil, sus redes o su correo electrónico, porque si os traicionáis así, perderéis cualquier confianza que tengáis. Sólo debemos fijarnos más en las cosas básicas del día a día, consiste en estar atento, y sobretodo, estar ahí.